Cuándo acudir a terapia
Cada vez es más común acudir a terapia en nuestra sociedad, sin embargo, todavía a veces nos cuesta reconocer que necesitamos ayuda o, aun siendo conscientes, nos resulta difícil asumirlo y tomar acción para poder alcanzar el bienestar. Históricamente acudir a un profesional de la psicología era un motivo de estigma, afortunadamente a día de hoy esta idea se va desvaneciendo.
La terapia es una herramienta que ayuda a mejorar la calidad de vida de las personas, incidiendo directamente en el estado de su salud mental, en el bienestar emocional y mejorando las habilidades sociales. No obstante, a menudo no sabemos si debemos o no acudir a un/a profesional… ¿Cuándo sí es necesario ir a terapia? Te lo contamos a lo largo del artículo.
Cuándo ir a terapia
Cuando tenemos problemas físicos no dudamos en acudir al médico o al especialista para poder resolver el problema, pero no pasa igual cuando tenemos problemas mentales, dificultades emocionales o encontramos obstáculos a la hora de enfrentar situaciones personales, familiares o sociales.
Los problemas psicológicos son quizá más difíciles de reconocer y afrontar, pero gracias a la información que hay hoy en día, la búsqueda de ayuda profesional cada vez es más común en este ámbito.
Todavía sigue existiendo el escepticismo contra la profesión de los y las psicólogos/as, una parte de la sociedad los relaciona con “estar loco” y solo acudiría en situaciones extremas. Afortunadamente, gracias a la difusión de profesiones como la psicología y la psiquiatría se va reconociendo socialmente el aporte de las mismas y su contribución social.
Básicamente, acudir a terapia es necesario cuando una persona sufre un problema que lo desborda y le dificulta su vida diaria. Cuando existe un problema que genera malestar e impedimento para realizar funciones diarias, es necesario estar alerta y en cuanto este malestar tenga una duración o frecuencia anormal, es imprescindible acudir a terapia.
Las visitas al profesional de la psicología tienen como objetivo adquirir herramientas que ayuden a la persona a solucionar o afrontar un problema o situación, en el presente y en el futuro. Después de la terapia se integran elementos que permiten enfocar la vida de forma más efectiva y adaptativa, lo que contribuye directamente en el bienestar personal.
A continuación vemos algunos de los signos de alarma más comunes ante los cuales es necesario acudir a terapia:
- Cuando los pensamientos y sentimientos generan malestar generalizado en la persona y en su entorno.
- Cuando una situación se ha ido de las manos y se vive una sensación de pérdida de control. Cuando se sienta que no se tiene recursos para abordar una situación y poder solucionar el problema, es hora de acudir a terapia.
- Cuando hay problemas de salud que pueden afectar a la vida diaria, como insomnio, estrés, pérdida de interés por hobbies, tensión constante con alguna persona, etc.
- Cuando se intenta aliviar el malestar que se siente con otras conductas, como consumir alcohol, comprar compulsivamente o automedicarse.
- El problema que se sufre está afectando a las relaciones en el trabajo, en los estudios, en la vida social o familiar.
A menudo estos signos de alarma se hacen presentes cuando nos suceden diferentes situaciones como un duelo, por ejemplo, por la muerte de un familiar, una ruptura sentimental o cuando se perpetúan situaciones de conflicto en el ámbito familiar o de la pareja. Además de estos signos de alarma, por supuesto hay que acudir a terapia si los profesionales de la salud, como por ejemplo, médicos, nos lo indican.
Beneficios de ir a terapia
Existen muchas personas que presentan resistencias a la hora de acudir a terapia, a pesar de necesitarla. Detallamos los numerosos beneficios que tiene para que sean conocidos, ya que todos ellos están encaminados al bienestar de la persona:
Permite prevenir y mejorar las crisis emocionales
Gracias a acudir a terapia se puede estar alerta ante posibles situaciones estresantes y tener un estilo de vida que minimice la probabilidad de volver a tener el malestar o el problema por el cual se pidió ayuda profesional.
Mejorar las relaciones
Las relaciones saludables son cruciales para mantener un buen estado de salud mental. Acudir a terapia puede ayudar a mejorar la forma de comunicación con los demás, favoreciendo las relaciones sanas con familiares y amigos.
Gestionar los pensamientos
Un psicólogo o una psicóloga puede ayudar a identificar patrones negativos de pensamientos y comportamientos destructivos. Así mismo, enseña estrategias o habilidades para relacionarse de forma diferente con los pensamientos. Aprender a interpretarlos de forma más flexible o adaptativa.
Potenciar la resiliencia
La capacidad de recuperación de un problema puede hacer más fuertes a las personas. El haber estado en terapia podrá haber cambiado la percepción ante los problemas, y ayudará a afrontar el día a día de forma positiva y eficaz.
Mejorar la autoestima
La terapia ayuda a las personas a aceptarse tal como son, a conocerse mejor y a potenciar sus habilidades de forma positiva. Así, a través de la terapia la autoestima mejorará, así como la capacidad personal para hacer frente a situaciones que suponen retos.
Reducir la rigidez en los pensamientos
Acudir a terapia disminuirá la presión de sentir ansiedad y depresión, aumentará la flexibilidad cognitiva, a través de un mejor manejo o interpretación de los pensamientos y su efecto en nuestras decisiones y acciones. Esto supondrá una mejora de la calidad de vida y el aumento de la felicidad.
Estos son sólo algunos beneficios de pedir ayuda profesional, en los momentos en los que la podamos necesitar. Si has acudido a terapia, seguro que se te ocurren algunos beneficios más.
Desde luego, afrontar una situación que se nos presenta complicada, con el apoyo de un/a profesional, lo hará más llevadero pero, ¿qué apoyo nos da exactamente la persona que nos acompaña en nuestro proceso? A continuación vamos a comentar algunos aspectos sobre el rol del profesional de la psicología.
¿Cuál es el papel que ejerce un/a psicólogo/a?
Tal como hemos comentado anteriormente, cuando las emociones y el malestar mental desbordan a una persona, se necesita ayuda profesional para resolver el problema de salud.
Un/a psicólogo/a es un profesional cualificado que puede aportar al paciente, desde su rol, múltiples apoyos:
- Brinda apoyo emocional. Los y las profesionales de la psicología tienen la función de detectar cuáles son las herramientas necesarias para resolver cada caso. El apoyo emocional no simplemente se basa en la relación uno a uno, en un espacio cerrado y privado, el profesional tiene que adaptar la terapia del paciente a las necesidades.
- Ofrece estrategias y herramientas para superar los problemas. El papel del terapeuta es comprender, acompañar y ayudar a gestionar los pensamientos y sentimientos que generan malestar. De este modo se favorece el bienestar, a través de tratamientos personalizados que permiten a la persona avanzar y superar sus atascos, sin dejar de ser protagonista de sus propios procesos.
- Conoce y favorece el desarrollo cognitivo. Entre las funciones del psicólogo/a está estudiar, y comprender cómo actúan la inteligencia, el razonamiento y otras actividades que constituyen el proceso cognitivo. Gracias a este conocimiento, los y las profesionales de la psicología podrán llevar a cabo con éxito los procesos terapéuticos.
- Mejorará o ayudará a aliviar los síntomas que interfieren directamente en la vida diaria y que afectan al desempeño normalizado, mejorando el bienestar y la calidad de vida. Síntomas como estrés, malestar, etc. que a menudo, sobrepasan el ámbito psicológico, pasando a un plano físico y generando, a largo plazo, enfermedades.
- Ayudará a encontrar el origen del conflicto, para que juntos podáis encontrar las mejores soluciones. La empatía es una de las habilidades más importantes en la profesión de la psicología.
En definitiva, el papel de los y las profesionales de la psicología es ofrecer un acompañamiento, guiar a las personas en su camino al bienestar, especialmente en los momentos más difíciles de su vida o ante situaciones que se hacen cuesta arriba, siempre orientando los procesos terapéuticos en el refuerzo de las capacidades de la persona.
En sociedades como la actual, a menudo se hace necesario recordar la importancia del autocuidado y la salud mental es una parte fundamental del mismo y por tanto, del cuidado de la salud en general.
Las personas que acuden a terapia toman la decisión de solucionar los problemas que sienten, toman acción y por ello, inevitablemente consiguen resultados visibles.