Cómo aliviar el síndrome post vacacional
El mar, la montaña, los amigos y la familia. Te has rodeado de cosas bonitas y de personas maravillosas durante las vacaciones de verano. De repente, todo se desvanece y tienes delante de ti los madrugones, los atascos, plazos de entrega, comidas rápidas y muchas tareas domésticas acumuladas. ¿Te suena?
Se acabaron los días de descanso y comenzamos la rutina habitual. No debes dejar que los pensamientos negativos y el temido síndrome postvacacional te arruinen un mes repleto de nuevas metas.
¿Qué es el síndrome postvacacional?
Modificas las rutinas, el estilo de vida (horarios, alimentación, etc.) y la vuelta al trabajo supone un cambio brusco para el organismo, supone readaptarse a esas rutinas y, si no se hace adecuadamente, se producirá un desfase entre las demandas del entorno y nuestra capacidad de hacerles frente.
Esto ocurre sobre todo cuando percibimos el trabajo como una estimulación aversiva, lo cual favorece un aumento progresivo de los niveles de ansiedad, desgana, falta de atención, cambios en los períodos de vigilia y sueño, irritabilidad, tristeza e incluso deseos de cambiar de trabajo.
Síntomas del síndrome postvacacional
Estos síntomas se palpan en las reacciones físicas como psíquicas:
-Reacciones físicas: fatiga, taquicardia, falta de apetito y de concentración, sensación de falta de aire, cambio en los patrones de sueño o en el apetito, dolor de cabeza, e incluso se pueden llegar a sentir molestias digestivas y musculares.
-Reacciones psíquicas: tristeza, irritabilidad, nerviosismo, inquietud, indiferencia, desinterés, falta de motivación, dificultad de concentración y cambios de humor.
La duración normal de estas reacciones es de dos a tres semanas tras la vuelta a la rutina habitual. Si se prolongan durante un período de tiempo superior, puede haber una patología preocupante de base y es conveniente visitar a un profesional.
Incidencia del síndrome postvacacional
Se trata de una realidad que afecta al 60% de los trabajadores, según la Asociación Española para el estudio de la Ansiedad y Estrés (SEAS), que señala que las personas trabajadoras de entre 25 y 45 años son las más afectadas.
Encuestas elaboradas por la empresa de trabajo temporal Randstad, establecen que, en España, el perfil típico del afectado en una mujer, no inmigrante, de entre 30 y 44 años y con estudios universitarios. Suelen ser personas que trabajan de cara al público y/o que ya contaban con una situación desagradable en el trabajo.
Las personas jóvenes son más entusiastas con su trabajo, por lo que tienden a experimentar en menor medida el impacto del síndrome postvacacional. Éste es mayor, en cambio, en personas con puestos que requieren una cualificación alta, con elevada carga de trabajo o más responsabilidad.
Según la Sociedad Española de Psiquiatría, esta ‘depresión’ no tiene entidad diagnóstica y no está oficialmente reconocida como una enfermedad. Se trata de un trastorno temporal que suele durar entre 2 y 21 días, básicamente el tiempo que necesitamos para reajustar nuestros biorritmos y adaptarnos a nuestros horarios habituales. Aunque se trata de un conjunto de reacciones sin entidad clínica, los síntomas existen en el marco de un proceso adaptativo normal.
Además hay que tener en cuenta que aproximadamente un 70% de las personas no se sienten cómodas en sus trabajos y esta inadaptación crónica en sus puestos va a propiciar la aparición del síndrome postvacacional.
¿Cómo superarlo?
El síndrome postvacacional se ve favorecido con una percepción desmesurada de las vacaciones como idílicas y del trabajo como algo horrible. Para evitar caer en esta exageración, es conveniente compatibilizar el trabajo de forma continuada con alguna otra actividad de ocio. De este modo, acortaremos la distancia entre las sensaciones de estar trabajando y estar de vacaciones.
Así mismo es importante que la vuelta al hogar se realice al menos dos o tres días antes de la fecha de reincorporación al trabajo, de modo que demos un espacio al cuerpo para coger el ritmo, adaptando los horarios de forma progresiva y anticipada.
Es importante no realizar nuestras actividades habituales de forma brusca e intensa, sino dándonos tiempo para adaptarnos a la nueva situación, programándolas a lo largo del día, en función del nivel de energía y humor que tengamos.
Tener una actitud positiva y una buena organización serán claves necesarias para afrontar adecuadamente esta situación de vuelta a la rutina. Te ayudará mantener una actitud proactiva hacia el trabajo, evitando verlo como una carga e intentando encontrar los aspectos positivos, afrontando las responsabilidades y encontrando una forma de realización personal haciéndolo lo mejor posible.
Te ayudará también dividir las vacaciones en varios periodos, repartidos durante todo el año, lo cual regulará el estrés.
Si tu trabajo te lo permite, incorpórate a mitad de la semana, de forma que la primera semana se te hará más corta. Hacer pequeños descansos a lo largo del día evitará un cansancio excesivo.
Planifica tu trabajo estableciendo objetivos razonables y fácilmente alcanzables, lo que te proporcionará satisfacción y aumentarán las ganas de trabajar.
Huelga decir que los hábitos de vida saludables ayudarán a mitigar el síndrome postvacacional: dieta equilibrada y practicar ejercicio físico moderado de manera regular. El deporte hace que se liberen endorfinas, mejorando el estado de ánimo y disminuyendo el estrés y la apatía.
Si te gusta el yoga o la meditación, son actividades óptimas para reducir la ansiedad y liberar las tensiones, mejorando el descanso nocturno y la capacidad de concentración.
Tomarse septiembre como un segundo enero y plantearse propósitos y retos, como si fuese un nuevo año nos ayudará a volver con más ganas a la rutina de siempre, ya que no percibiremos todo igual que cuando nos fuimos. Ese giro en la forma de vivir la vuelta al trabajo nos hará volver con ilusión.
En definitiva, lo más importante es hacer que el cambio de las vacaciones al trabajo sea lo menos brusco posible y afrontar con actitud positiva la vuelta a la rutina para ayudarnos a combatir la desmotivación que supone la vuelta a la realidad después de las vacaciones.
¿Se te ocurre alguna otra manera de amortiguar el golpe del regreso a la rutina tras las vacaciones?