Autoestima: cómo tu discurso mental interno puede hacerte daño
¿Eres consciente de cómo te hablas? ¿Qué pensamientos tienes cuándo cometes un error? ¿Te felicitas por las cosas bien hechas? Ese lenguaje interno que tenemos es un reflejo de las emociones y la autoestima. Vamos a ver a lo largo de este artículo de qué manera tu discurso mental interno puede hacerte daño y cómo prevenirlo. Empecemos por el principio…
¿En qué consiste el discurso mental interno?
El discurso mental interno consiste en todas esas conversaciones que tenemos con nosotros mismos. A veces, son solo unas frases, pero en otras ocasiones se convierten en charlas interminables que nos marcan, y bastante.
Este discurso no siempre es negativo, pero en muchas ocasiones esta voz interna puede llegar a herir y a convertirse en nuestra peor enemiga.
Hay un proverbio que dice:
“Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras.
Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos.
Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos.
Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”.
En muchas ocasiones, el discurso mental interno hace que nos ahoguemos en nuestros pensamientos y hagamos de nuestros problemas una montaña cada vez más difícil de solucionar. Es lo que comúnmente denominamos “se ha hecho bola”.
La manera de gestionar nuestras conversaciones interiores es pensando cómo hablarnos de manera constructiva para mejorar nuestras emociones y acciones y, de ese modo, mejorar nuestro bienestar y conseguir las metas propuestas.
La forma en la que nos relacionamos con nosotros mismos es clave a la hora de construir el autoconcepto y desarrollar la autoestima. Por tanto, el discurso mental interno y la autoestima están muy relacionados. Y… ¿qué pasa si nos hablamos “mal”?
Consecuencias de un discurso mental interno negativo
Tener un discurso mental interno negativo puede llegar a tener un impacto negativo en nuestras vidas, sobre todo en las emociones y en los comportamientos. Se debe a la relación entre cómo pensamos, cómo nos sentimos y cómo actuamos.
Las emociones desagradables derivadas del discurso mental interno pueden llegar a tener grandes consecuencias, como por ejemplo éstas, que son algunas de las más frecuentes:
- La ansiedad. Un diálogo interno puede llegar a crear un estado de ansiedad constante en las personas, asociado a un discurso mental amenazante y negativo.
- La tristeza. Otra de las emociones que consideramos desagradables, derivadas de un diálogo interno, es la tristeza. Se asocia con la apatía y puede desencadenar en depresión.
- La culpa. El discurso interno puede machacar a una persona por sentir culpa por algo que hizo mal o no hizo.
- La ira. La ira es otra de las emociones desagradables que genera el auto-diálogo, sobre todo aparece cuando se violan los derechos personales, arrastrando a la persona a un círculo vicioso de negatividad.
- La vergüenza. Sentirse mal por no valorarse a uno mismo, en ciertas circunstancias, la vergüenza se hace presente en el diálogo interno, dando a entender que esa persona no sirve para nada.
Como estamos viendo, la relación entre el discurso mental interno y las alteraciones emocionales pueden hacer mucho daño y tener un impacto negativo en la vida cotidiana de la persona. Por eso, fomentar un diálogo interno más adaptativo o constructivo es fundamental para mantener una visión del mundo más eficaz, que nos lleve al bienestar y nos permita gestionar las emociones de manera constructiva.
¿Cómo cambiar el discurso mental negativo para mejorar la autoestima?
Lo primero para cambiar el diálogo interno negativo, es darse cuenta y ser consciente de que existe este discurso mental negativo. De esta forma, podremos cuestionarlo y poner en práctica el cambio de mentalidad.
Cuando nos damos cuenta de que el discurso mental negativo solo sirve para aumentar el daño a nosotros mismos, es cuando se podrá cambiar las palabras a unas más amables y compasivas. Aun así, no será fácil ni rápido, porque llevamos muchos años con pensamientos automáticos en una dirección y si ahora queremos introducir algunos cambios, necesitaremos un poco de tiempo y actitud autocompasiva para ir avanzando poco a poco hasta automatizar un discurso interno menos negativo.
Hay que ser consciente de la importancia de los problemas y resolverlos, nunca darle mucha más importancia de la que realmente tienen. Si fomentamos el discurso negativo, el problema se convertirá en una bola grande, difícil de deshacer, pero, sin embargo, si lo tratamos con reflexión podremos encontrar la solución más fácilmente y tomar una actitud proactiva frente a la situación.
Un ejercicio efectivo para disminuir el discurso mental interno negativo es hacerte preguntas como: ¿le hablaría así a una persona importante en mi vida? ¿Qué le diría para ayudarle a resolver el problema?
Al principio no será fácil modificar el discurso negativo por uno más positivo y reflexivo, pero con la práctica se podrá conseguir importantes cambios en la forma de relacionarnos con nosotros mismos. De esta forma, comprobaremos cómo al aumentar el discurso interno más neutro, la autoestima también va mejorando.
En definitiva, debemos tratarnos a nosotros mismos con amabilidad, cariño y respeto, sin exigencias. Así podremos mejorar nuestra autoestima y nuestras emociones. Una frase de Kristin Neff dice que: “no hay casi nadie a quien tratemos tan mal como a nosotros mismos”, nos invita a la reflexión, ya que debemos aceptarnos con nuestras fortalezas y debilidades, querernos y tratarnos bien por encima de todo.
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